No puedo imaginar qué pueden encontrar unos niños en el vertedero de Tirgu Frumos (Villabonita o algo así), es un pueblo gitano. Gran parte de las minorías étnicas como gitanos y húngaros viven en pueblos separados de los rumanos, es algo extraño.
De camino a Popesti pasamos por tierras de cultivo secas, con maíz o centeno (sólo mi padre es capaz de diferenciarlos desde el coche a 80 por hora) y Antoinette nos comentó que después de la caída de Causescu les robaron todas las infraestructuras de riego para vender el hierro. Se puede ver una pequeña presa y los campos de cereal sin crecer por la sequía.
El pueblo de Popesti son unas casas esparcidas por el campo, es un concepto algo extraño, bastante extensivo, de una densidad bajísima, con calles de tierra sin alsfaltar ni iluminar, donde el vehículo más visto es el carro tirado por caballos. La situación rural es compleja y aún hoy no la conozco bien, quiero aclarar que fuimos a ver a las familias sin recursos, lo que cuento no es generalizado.
La primera señora a la que visitamos vivía con sus 15 hijos (uno de ellos era en realidad su nieto, de su hija de 15 años, pero ella nos dijo que era suyo). Los más pequeños estaban algo sucios, incluso tenían la cara cortada, irritada, heridas provocadas por la suciedad. La última vez que Antoinette la visitó, esta señora no había dormido en casa, sino con un amigo. Podéis opinar lo que queráis, yo pienso que una persona en una situación tan dura debe sentirse muy sola, necesitar mucho ánimo, cariño (hoy estoy moñas, pero es que no sé cómo escribir sobre esto). Antoinette insinuó que desatendía su hogar, no estoy de acuerdo para nada; yo solo veo soledad (al carajo, no soy capaz de explicarlo, y ya he borrado este párrafo 6 veces, ahí se queda), sólo decir que no estamos hablando sólo de una madre, hablamos de una MUJER, en un contexto rural y machista, y en condiciones de pobreza. El caso es que este año no han tenido cosecha, el campo está seco, su caballo (su orgullo) apenas tiene qué comer, los pozos se secaron y tiene que andar 4 kilómetros hasta un pozo público que aún tiene agua, su casa tiene tiene una habitación a la izquierda de la entrada y un distribuidor-salón-cocina-comedor-dormitorio, sin baño.
Antoinette, con Dimitru y Sorin, de 8 y 9 años, aunque parecen más pequeños por problemas de desarrollo a causa de carencias alimentarias, les delata el tamaño de la cabeza, pero sobre todo la mirada y la postura firme.
En la siguiente casa que visitamos conocimos a una señora que se puso a hablar italiano perfectamente con Valentina, y le enseñó el libro con el que había aprendido ella sola en su casa. Nos regaló unas estampas enormes y preciosas (con todos sus doraditos...) de San Buenísimo y Santa Protectora de todos (no me sé las vírgenes católicas, me voy a saber las ortodoxas). En la tercera casa vivía una pareja de unos 45 años con la madre de ella. Él trabajaba en lo que surgía, no sé qué estudios tenía, pero ella era licenciada en derecho y trabajaba en casa. Nos regalaron una bolsa llena de uvas (!qué dulces!!). Vivían en una casa con una habitación en la que había una pequeña chimenea, una mesa, una alacena y una cama donde dormían los tres; no sé por qué razón había una habitación contigua que no utilizaban, donde guardaban un montón de vestidos y trajes que no podían estrenar porque tienen que ser enterrados con ellos al morir. Cuando se enteraron de que fuimos nosotros quienes habíamos comprado la comida se pusieron a besarnos la manos y la cara, incluso el señor me besaba la cara y la mano. Me sentí como un gilipollas que se lleva el mérito de otros que llevan muchísimo tiempo trabajando. No había manera de darles la mano y dos besos para despedirnos de ellos. Ya habéis conocido a Antoinette, los otros dos son ellos, y la abuela al fondo. En la siguiente casa vivía una señora mayor con sus dos nietas. Fantástica señora que no paraba de hablarnos (sin que entendiésemos un carajo), mientras reía y al segundo siguiente lloraba con un profundo suspiro y un quejido hondo. Había perdido a sus tres hijos: los dos varones emigraron a España y desaparecieron, sabe en que ciudad trabajan, pero ni siquiera le llaman ni escriben, y su hija murió dejando una niña de 13 y otra de 20. Una ONG estaba pagando los estudios universitarios de la mayor, que hablaba perfectamente inglés, francés y español; chica culta y preparada, que para salir de la miseria del campo estaba estudiando....VETERINARIA, para seguir con su abuela. Éste es el futuro y me alegra, sobrecoge el sentido de pertenencia y responsabilidad. La menor nos enseñó sus calificaciones, recién puestas, todo era 10, la ayudaba económicamente la ONG de Antoinette, hablaba inglés y español perfectamente.
La señora nos invitó a comer uvas y queso (el mejor que he probado aquí), y nos regaló huevos. Y no dejó de invitarnos cuando quisiéramos volver a visitarla.
Después pasamos a saludar a la familia que coordina en Popesti la ayuda a familias de esta ONG, tomamos café y dulces charlando con ellos, una agradable pareja mayor.
Por último visitamos a un señor que tenía una baja laboral por accidente, necesitaba dinero porque tenía que pagar al médico, qué coño pagar!! tenía que sobornar al médico para que le firmara un informe que dijese que continuaba enfermo. El nombre científico de su enfermedad era 'tengo las 2 piernas amputadas a la altura de la cintura'. ¿¿¿Por qué no tiene ese señor una baja definitiva y una pensión???¿¿cómo coño piensan que se va a curar?? poniéndolo en una maceta a ver si le crecen??!!!!!!. ¿Es un posible estafador a la seguridad social?!!. Bueno, dejémoslo porque yo no entiendo mucho de medicina y relaciones laborales, que lo mismo la estoy cagando y ese señor no tiene una incapacidad permanente. Tendré que consultarlo con un experto, en cibernética quizás.
En resumen, me encantó la forma tan acogedora, orgullosa y digna de todas las familias de entender aquella situación, como una visita al pueblo: nosotros les llevamos unos regalos y ellos nos dieron otros, nos sentaron a comer o a tomar café... y tuvimos una charlita amena y distraida sobre la familia. Me flipó el nivel cultural que tienen la mayoría, sobre todo las mujeres. Los rumanos son las personas más acogedoras del mundo.
Y he aprendido mucho, por ejemplo que no se necesita nada para ser feliz, y también que hay gente a la que le dan pena estas familias porque no tienen la Play3, ni internet; y que la colonización cultural es un peligro al que se enfrentan cada día estas familias. Y me mola que lo vernáculo sobreviva en las peores condiciones y se esfume en las ciudades, donde viven el verdadero capitalismo, no me dí cuenta hasta que lo leí, el verdadero capitalismo no lo viven los paises desarrollados.